(Artículo publicado el el diario "El Comercio" del Cusco, sábado 5 de agosto del 2006)
Escribe: Julio Antonio Gutiérrez Samanez
Casi desconocido en su propia tierra a la que añora y recuerda en cada uno de sus cuentos ejecutados con magistral oficio, el narrador Luis Cisneros Barrios, cusqueño, radicado en La Argentina, hace cuatro décadas, ha publicado varios libros de cuentos y novelas en ese país austral, donde se acoge lo peruano y especialmente lo cusqueño con especial unción. Cabe recordar que La Argentina de Belgrano acogió al Inca Juan Bautista Tupac Amaru, a su retorno a tierras americanas, después de cuarenta años de cautiverio en las prisiones de Ceuta, en el África. La inmortal escritora indigenista cusqueña Clorinda Matto de Turner, se exilió en ese país, después que la turba pierolista, incendiara su casa y destruyera su imprenta, tras la caída del régimen cacerista en 1895, Clorinda, con apoyo de Argentina recibió los lauros y el aplauso universal, en su viaje por Europa, como transluce en su obra “Viaje de Recreo”.En 1923 viajó a Buenos Aires la “Embajada Cultural Cusqueña” presidida por el ilustre intelectual Luis E. Valcárcel, que fue acogida triunfalmente en el Teatro Colón donde se representó el drama incaico “Ollantay”. En esos años el Musicólogo cusqueño Policarpo Caballero investigó y publicó su obra “Influencia de la música incaica en el cancionero del norte argentino” y, otro cusqueño, el padre Jorge A. Lira, publicó, con la Universidad de Córdoba, su famoso “Diccionario de la Lengua Kechua”. No es raro, pues, que el talento cusqueño sea reconocido y admirado en aquel país que tiene nuestro Sol de los Incas en su pabellón nacional, de allí que Luis Cisneros, con sus obras: “CON LAS ILUSIONES FUERA DE FOCO” (1999) o con “A ORILLAS DEL VILCANOTA” (2001), haya conquistado el interés del público lector, logrando un lugar en la narrativa argentina y latino americana, hecho que debe enorgullecer a sus paisanos.No se trata de un aficionado que de buena voluntad o por “chichazo” logra el favor de los lectores. No. Una vez leídos y estudiados, los cuentos de Cisneros nos revelan un mundo trabajado con arte y disciplina, un oficio pulido y pulcro, que ofrece en forma de giros, metáforas poéticas, expresiones del habla popular cusqueña, sus retruécanos y modismos, etc. En el fondo nos proyecta una dura crítica al sistema feudal de explotación cruel que imperaba en el Perú antes de la Reforma Agraria impulsada por el gobierno de Velasco Alvarado. En estos relatos, la denuncia de Cisneros al gamonalismo serrano en el cuento “Gregorio Pic”, recusa la malignidad de los gamonales por el abuso contra un niño indígena, hecho que marca el destino del personaje narrador para luchar a favor de los desvalidos.En otro cuento, “Así era ella”, el lector, aguijoneado por los constantes abusos perpetrados por la policía en contra de un inocente, recibe la placentera sensación de venganza, por la confesión que hace el ex-reo al cura del pueblo, rebelándole que fue su mujer -la recién fallecida-, la que había envenenado a los custodios policías que lo habían torturado para que se autoinculpara por un crimen que no cometió.“Un mentiroso” es un cuento surrealista, pues unos extraños hurtan las pertenencia del personaje protagonista y al volver este a su casa encuentra a los ladrones posesionados en ella, pero toda la casa estaba llena de palabras escritas en relieves que explicaban el significado de cada cosa, la lectura nos recordó la peste de insomnio en “Cien Años de Soledad” de Gabriel García Márquez.En el cuento “El padre Joaquín Ureta” Cisneros saca a relucir su alma cusqueña, pues trata de temas de “aparecidos” o almas en pena que conocemos como “condenados”. Cuentos con los que nos entretenían o asustaban las abuelas en épocas en que la luz eléctrica era escasa. Un cura, después de muerto, le “apareció” al protagonista del cuento, galopando en su caballo.En “Hasta esa suerte he tenido”, el lector atribulado, presencia, junto con el protagonista, la paliza que unos hermanos propinan a un patrón abusivo, como él no intervino, la represalia fue para los hermanos, aunque él mismo recibió una tanda de palos y patadas para que vaya a reconocer los cadáveres de los insolentes y recibir un obsequio por su ayuda.“A la entrada del infierno” es un divertido y aleccionador cuento referido a todo un pueblo que se defiende de la ponzoñosa e insidiosa práctica llevada por un abogado ganster, que sembraba la cizaña en un pueblo acostumbrado a vivir en concordia, pues este abogado estaba haciendo eso de “pueblo chico, infierno grande”. Al saberlo, un segundo abogado, decidió volver por su camino sin revelar su identidad y mucho menos su profesión.“Tirar por la borda”, produce un aflojamiento de estómago y ganas de arrancarse los cabellos, pues, el joven protagonista, en su ignorancia supina, terminó quemando y deshaciendo la herencia de antigüedades, muebles, cuadros. Imágenes en bulto, lienzos y esculturas coloniales que su abuela había dejado al fallecer. El intonso heredero redujo a cenizas lo único valioso de su herencia que él consideró “basura”. Este cuento es, a la vez, una metáfora de cómo en la actualidad, cada día, estamos destruyendo y descaracterizando la belleza de nuestra ciudad.El cuento “La hijastra de Amílcar Avendaño” nos recuerda a Pedro Páramo de Rulfo, el personaje principal llega a un pueblo fantasma y es alojado en una casa de condenados. A media noche llega una bella joven que le pide cobijo, el joven la aloja y de tanto conversar, termina seduciéndola y amándola. Al día siguiente se enteró que esa mujer era la joven que había sido violada y asesinada por su tío, hecho acaecido hacía un año. El forastero también murió ahogado en el mismo río.Del mismo estilo es “Hijo mío la felicidad no existe”, donde el protagonista viaja de retorno a su lejano pueblo y, en sueños, vuelve ver a su difunta madre quien le dice: “hijo mío, la felicidad no existe”. Al día siguiente va al cementerio para adornar con flores la tumba de su madre y allí encuentra a un anciano que había sido su maestro, y platican sobre el significado de los sueños. Al volver al pueblo, se entera que dicho maestro había fallecido hacía ya años.“Porque aún latía su corazón”, es una historia trágica de amor. Después de un golpe de estado, en el país, deponen a un dictador. Al saberlo, en un lejano pueblo del interior, los ciudadanos se levantaron a favor del nuevo gobierno y designan como nuevo gobernador a un joven que tenía amores ocultos con la hija del antiguo gobernador. Esa misma noche, el joven, ansioso de darle la primicia a su furtiva novia, sorprendido entrando a la casa, muere abaleado por los guardias que custodiaban la vivienda del viejo gobernador.“La sombra de un puñal”, es la venganza por la traición de un cadete que enamoró y embarazó a una bella joven de un pueblo, para luego olvidarla con el fruto de sus amores. Cuando el cadete volvió al pueblo, después de la muerte de sus padres, es apuñalado y muerto en su propia casa, posiblemente por la propia mujer. La familia de esta se fue a vivir a la hacienda de los padres del cadete que había sido comprada a sus padres, antes que estos murieran.“El círculo de Seistán está completo”, narra un episodio político autobiográfico del autor, cuando un grupo de jóvenes militantes de un partido político proscrito, iluminaron una montaña cercana a la ciudad con las siglas de su partido, justo en la noche en que decepcionaban por su llegada al presidente de la nación. Como consecuencia, muchos jóvenes fueron arrestados y pasaron buen tiempo encarcelados.“Ella no le pudo dar un hijo”, un pescador de merluzas, es decir de muy bellas féminas, termina casándose con una bella joven que no le da hijos, por lo que la repudia, divorciándose; sin embargo, se supo la verdad: el estéril era él. La pobre mujer no se volvió a casar pero tuvo mellizos con un valluno.Esta es una brevísima reseña del primer libro de Cisneros, curiosamente, mientras los literatos cusqueños tratamos de desterrar los localismos, quechuismos, expresiones tradicionales etc., en el afán de parecernos más universales,-más por el temor a la crítica limeña, siempre implacable y dispuesta a desterrar a los “provincianos”-, Cisneros hace gala de esos recuerdos, tiene el mismo síndrome del Inca Garcilaso: la nostalgia; que hace que se aferre a su memoria, a sus recuerdos íntimos, a su lenguaje, a los giros idiomáticos locales o cusqueñismos, que afloran en su escritura con la fuerza de la necesidad, como un sello inconfundible de identidad, como timbre de orgullo. Y no es, precisamente, por eso, que sus cuentos son “cusqueños”, sino, por su fondo, su contenido, su espíritu; pues, expresan la fraternidad humana, se conduelen por los oprimidos y ansían liberarlos; sus escritos conmueven, sublevan el alma, llevan algo subversivo por naturaleza intrínseca, por eso son cusqueños … cusqueñísimos. Distan de la bazofia literaria atesticulada, de tanto escribidor que exuda tinta con olor a dólares; porque escriben por encargo y ofrecen su pluma como hembras de alquiler a cualquier postor. Por ello, por la idoneidad, la franqueza de su verbo y la firmeza de sus convicciones es que reivindicamos el “cusqueñismo y peruanismo de la literatura de Luis Cisneros Barrios, así sea escrita en la pampa argentina, en las estepas de Rusia o en las montañas del Himalaya.Pero, como todo no puede ser color de rosa, es preciso, reprocharle cordialmente al amigo Cisneros, diciéndole que su visión cuentística es un tanto unilateral y pesimista, por estar anclada en el pasado; un pasado por demás vergonzante y derrotista, cuando imperaba el autoritarismo, la prepotencia y la impunidad; además, por su alejamiento de cuarenta años, ha guardado en su memoria una sociedad feudal que el proceso histórico ya ha superado, ya no existe el gamonalismo abusivo de esos años, ahora, después de dos décadas de terrorismo y gobiernos corruptos, después de setenta mil muertos, el peruano, el andino del Cusco y del valle del Vilcanota ha demostrado su vocación pacifista y de progreso, su apuesta por la vida. Ya surgen empresas campesinas, los nuevos propietarios de la tierra, que, ante el desafío de la globalización, ajustan sus productos a las exigencias de la demanda y entran a competir en el mercado mundo, haciendo rentables y competitivos sus productos. El paisaje social que narra nuestro caro amigo, es una pesadilla que quedó atrás. Ahora, por la incesante lucha social el campesino está organizado; la combatividad de los desposeídos y la solidaridad de clase, han alcanzado frutos, valores y paradigmas dignos de otra narrativa, más positiva, más entusiasta y triunfante, que sería bueno desarrollar como innovación en las letras. Estamos dejando lo sombrío y doloroso; la alegría, el buen humor, la risa, que siempre fueron elementos constitutivos de nuestra mentalidad, aún en las circunstancias más adversas, se abren paso, haciendo más llevadera la vida, innovando con creatividad y abonando los fértiles campos de la patria: la Qashua o fuga alegre del huayno desplaza al doloroso yaraví.Por eso, entre los nuevos elementos narrativos están, por ejemplo: el brichero, ese enamorador simpático e imaginativo “cazador” de gringas; el viajero impenitente que revela historias y anécdotas de sus relaciones interculturales en otras latitudes, razas y costumbres; el investigador y recreador de mitos, leyendas de una oralidad andina quechua que se hallaba perdida y en proceso de extinción.El síndrome colonial, está siendo curado en el alma andina; la disonante y destemplada cultura “Chicha” (del alcoholismo y el derrotismo del “sufre peruano, sufre”) de las masas populares desbordadas y traicionadas por los gobiernos corruptos, comienza a dar frutos maduros en el pensamiento, el arte, las letras. Y esta cultura indo-mestiza, atropellada y vilipendiada, comienza a reflexionar para entenderse a sí misma y recuperar su fuerza e identidad, haciendo uso de los medios más modernos, enfrentando con inteligencia positiva la globalización impuesta por el imperio del Dólar, y está apropiándose de medios como el Internet.La gran serpiente, el alma y el cuerpo del “Inkari” se unifican debajo de la tierra, el ciclo del renacimiento o Pachacuti, está por cumplirse. Los hombres andinos ya tenemos el mito unificador que sacudirá la tierra para reformarla, por que un nuevo “Taqui Oncoy” ha preñado a la vida para producir más vida. Por todo ello, una literatura tan buena y tan bien lograda como la de Luis Cisneros, no puede ser ajena a esta epopeya.