LUIS CISNEROS, ESCRITOR PERUANO

Luis Cisneros es un escritor peruano nacido en el Cusco y radica en Buenos Aires Argentina, desde hace muchos años, ha publicado muchos trabajos, especialmente cuentos con temática andina y peruana.

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Location: Cusco, Cusco, Peru

Escritor, promotor cultural, artista plástico e ingeniero químico, dedicado a la creación y producción cerámica. Ha publicado obras sobre temas de cultura, poesía, historia, química y geometría.Web:www.kutiry.org, email:jgutierrezsamanez@yahoo.com.

Saturday, April 22, 2006

Reglas largas y puntiagudas (cuento de Luis Cisneros)

“ Fue una mañana de noviembre cuando el pueblo se despertó con la noticia de que el alcalde había muerto. En ese momento nadie sabía si se había suicidado o si alguien lo había ahorcado. Lo único cierto era que su cuerpo colgaba en un balcón, no precisamente el de su vivienda, sino en el de una conocida cucufata.
Al oír la noticia, la gente saltó de la cama y corrió a verlo. No era para menos, cualquiera en el pueblo tenía motivos suficientes para odiarlo. Así fue que los cholos a medio vestirse disparaban por las calles, a los empujones y en carga montón. Lo hacían como si, en algún lugar, estuvieran repartiendo esperanzas y tuvieran miedo de llegar tarde aunque más no fuese para recibir una sobra.”
- Permítame que lo interrumpa, pero no puede contar cuentos usando metáforas. No es correcto.
- Perdónenme. Se me escapó. De todos modos, no era una metáfora, sino sólo una comparación, un símil.
- Tampoco están permitidos. Tache todos. Vamos prosiga.
“...Bamboleándose suavemente al viento, se encontraba el cuerpo desnudo, amarillento, grasoso e impúdico de quien había sido el hombre más aborrecido de la quebrada.”
- Pare el cuento. ¡Es incorrecto usar tanto adjetivo! Hay épocas, estilos. Si quiere que lo sigamos atendiendo ¡actualícese! Sepa que nos consideramos críticos inteligentes y con su relato, si así se lo puede llamar, lo único que hace es agredir de continuo nuestra sensibilidad.
- Mil disculpas. No me di cuenta. En verdad lo siento.
- Bueno, bueno, continúe.
“Lo que sorprendía no era tanto su desnudez, ni siquiera la expresión y el color que había tomado su rostro, sino unas manchas rojas en el bajo vientre igual que si alguien, con una brocha, le hubiese pintado los genitales.
Los pobres allí reunidos, en silencio, contemplaban el cadáver y rememoraban las perradas e injusticias de que habían sido víctimas a manos de aquel déspota que colgaba del cuello y aunque ninguno lo exteriorizaba a viva voz, el corazón de cada quien saltaba de contento como pichitankas entre los maizales.”
- Otra vez comparaciones, no señor, no... No puede seguir en esa forma. ¡Esto es basura!
- Les vuelvo a pedir perdón. Es una mala costumbre que tengo. Seré más cuidadoso. Se los prometo.
- Si es así, prosiga, pero no sea tan extenso ni se haga el interesante, recuerde que la tendencia actual es el minimalismo con un toque de aburrimiento.
- Desde mi punto de vista, lo que este relato necesita es algo de sexo.
- Tengan paciencia. Intentaré darles gusto.
“...A las cansadas llegó el comisario, miró el cuerpo amoratado y como quien entendiera de ahorcamientos, observó detenidamente pequeños detalles como la altura a la que se hallaba el occiso, la distancia de éste a la pared y sobre todo, el reguero de gotas rojas que parecían ser de sangre y que habían caído sobre la vereda. Luego, ante la expectativa de los mirones, golpeó con decisión la puerta. En ese instante, el sol que había estado remiso, apareció brillante. Jugueteando con luces y sombras formó, en el suelo, extrañas figuras y vistió el cuerpo inerme con manchas negras y amarillas. Fue cuando el cachaco, cansado de golpetear la madera, forcejeó la cerradura que, al abrirse, dejó a los concurrentes con el alma desbarrancándose entrañas abajo. Quién salía macilento, tembloroso y con las manos manchadas de rojo era el cura del pueblo. Miró asustado al policía y avanzó trastabillando como queriendo escapar, aunque, en realidad, por su aspecto, parecía más bien, estarse hundiendo en las chinganas del remordimiento y la congoja...”
- ¡Basta, señor, basta, basta, esto no puede continuar! Usted sigue con las comparaciones, las metáforas, los adjetivos, los lugares comunes y ahora como si fuese poco, también gerundios... ¡Vamos! Le habíamos advertido que eso estaba terminantemente prohibido. Recuerde que todo ha cambiado, que las utopías han desaparecido, los muros han caído y por ende hay un estilo nuevo para escribir. No importa que usted viva en el tercer mundo, la literatura no tiene por qué ser un producto subdesarrollado ni una cursilería... Por otro lado, usted nos había prometido cambiar, adaptarse... ¿Nos está mintiendo o es que no nos entendió?
- Mintiendo no, en absoluto, señores... Discúlpenme. Yo sólo quería contar un cuento.
- Si quiere contar cuentos aténgase a las modernas reglas. Por ahora no lo podemos seguir escuchando.
- ¿No sería posible que... en atención a los lectores yo terminara el relato?
- ¡No y no!...¡Ni se atreva!

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